jueves, 29 de julio de 2010

Dr. Rene Favaloro



Texto de Mamerto Menapace sobre su experiencia de vida con el Dr. Favaloro.



Fruto de ese encuentro junto a Luis Landriscina crearon "El Milagro y el valor de la Vida"






De Corazón

En la luz de mi tierra
Editora Patria Grande



Muchas veces había sentido hablar del Doctor René Favaloro. Incluso habíamos escuchado la lectura de uno de sus libros en el refectorio monástico durante las comidas. Y por supuesto, sentía por él una especial estima, como la que uno puede tener por cualquier personalidad descollante. Hasta que un día la vida me deparó la oportunidad única de conocerlo.

Fue para la entrega de no recuerdo bien qué premio a nivel nacional. El elenco de los elegidos era bien amplio. En esa ocasión se distinguieron a políticos, empresas, deportistas y otras personas dignas del recuerdo y gratitud por su dedicación a los demás. Y para la entrega de los premios se había también solicitado la presencia de distintas personas, ya sea por su prestigio personal en el rubro elegido, o por su amistad y cercanía con el homenajeado, como fue mi caso concreto para con Don Luis Landriscina. El Doctor René Favaloro había sido elegido para hacer entrega del premio al anciano y muy querido Doctor Maradona que aun vivía, pero a quien los años y la distancia no le permitieron estar presente. Envió un mensaje grabado y fue representado por uno de sus sobrinos

Y esta fue la ocasión que me permitió conocerlo a Don René. Los organizadores nos habían reunido antes del acto en un salón de honor, donde se servía algo para compartir, como se acostumbra en esos casos, quizá como una excusa para presentarnos y saludarnos. Cuando ya nos encaminábamos hacia el auditorio donde se haría el homenaje, me encontré de sopetón con un hombre que me impresionó tanto por su tamaño, cuanto por la sencillez de sus gestos y sobre todo la cordialidad con la que me extendió la mano para saludarme y preguntar mi nombre. Cuando a su vez él respondió a mi pregunta, casi me atraganto al sentir que me decía ser René Favaloro. Repuesto de esa primera impresión no pude menos que apretarle efusivamente su mano grandota, capaz de hacer milagros a favor de la vida, mientras le expresaba toda mi admiración por su obra y su persona. Se mostró sorprendido, y creo que hasta gratificado, cuando le comenté que durante semanas él nos había acompañado en nuestras comidas monásticas, al escuchar el libro donde narraba sus experiencias pampeanas de médico rural en Jacinto Arauz.

Poco tiempo después me tocó participar como sacerdote en el bautismo de Bianca, la primera nieta de Don Luis Landriscina. El padrino sería justamente el Doctor. La ceremonia fue muy sencilla y emotiva, y tuvo lugar en una capilla de barrio. Y a la ceremonia siguió una cena donde me sentaron junto a Don René. Esta vez ya hubo más tiempo y mejor ocasión para disfrutar de la enorme simpatía y respeto que irradiaba esta extraordinaria persona, que por otro lado se esforzaba por dejar de lado al personaje, sin por ello ignorar la admiración que despertaba tanto por la temática de su conversación cuando por la calidez de su trato.

Hacía ya unos años que habíamos comenzado con Don Luis Landriscina un trabajo en conjunto para rescatar los valores de nuestro pueblo, a fin de devolverlos en forma de espectáculo grabado y filmado. Al primero de ellos lo habíamos titulado LOS VALORES CON HUMOR, y tuvo lugar en un auditorio salesiano de la diócesis de San Isidro. El segundo ya fue más ambicioso y lo presentamos en el Luna Park y se llamó LA FAMILIA Y EL HUMOR SON COSA SERIA. En realidad siempre quedó claro que se trataba de trabajos para ser presentados en una única ocasión, pero dejándolos en video y en audio para ser utilizados como un material de divulgación de valores humanos y cristianos, a la vez que podríamos colaborar con lo producido, apoyando alguna obra de bien. En el primer caso se destinó lo recaudado al trabajo de las vocaciones eclesiásticas, contando con el interés y el apoyo de las distintas diócesis que lo pidieran. Lo recaudado en el segundo, que ya tuvo mayor envergadura, fue entregado a la Madre Teresa de Calcuta a fin de ayudarle a financiar la construcción del primer hospital del moribundo de SIDA, que en pocos meses se inauguró en la localidad de Benavides, hacia el norte de la Capital. Y ya soñábamos con un tercero, para lo cual surgió la idea de invitar a Don René Favaloro a fin de que nos acompañara en una temática sumamente importante, a la que dimos en titular EL MILAGRO Y EL VALOR DE LA VIDA.

Esta tercera oportunidad me dio la ocasión de tratar más extensamente con él. Nos invitó durante toda una mañana a su despacho en la Fundación, donde incluso acudió un fotógrafo para hacer algunas tomas que serían utilizadas en la promoción del espectáculo. Pero la totalidad del tiempo fue utilizado en tratar de armar un esquema viendo cuál sería el aporte de cada uno de nosotros. El grueso del gasto lo harían evidentemente Don Luis y el Doctor, ya viejos amigos y además expertos en el tema del valor de la Vida, como milagro y encargo. En la escucha de ellos me di cuenta que no sería fácil poner de acuerdo la forma humorística de los cuentos de Landriscina, con la batería de datos y el apasionamiento que el Doctor quería poner en sus aportes.

Yo salí de aquel largo encuentro profundamente motivado, pero con la sensación de que nos quedaba un arduo camino para lograr hacer algo coherente a fin de responder a la expectativa de la gente que vendría a escucharnos. Ciertamente allí no todos reirían. Al menos no durante todo el tiempo. La mayor parte sería un apasionado llamado a tomar conciencia de nuestra situación social y de las profundas carencias de nuestro sistema de salud pública. El Doctor manejaba un cúmulo de datos estadísticos y deseaba exponerlos con toda crudeza casi como si fuera su testamento. Poco tiempo después yo sabría que aquello lo era, y que mucho de lo que allí se dijo, fue profético.

Volvimos a tener un par de encuentros antes de realizar el espectáculo en el Luna Park. Previamente hicimos lo que Don Luis llama un ablande, es decir, una prueba ante un reducido público, a fin de afinar la temática y pulsar la reacción de los oyentes. Tuvo lugar en la Iglesia de Nuestra señora de la Unidad, en la Lucila, sobre la calle Paraná. De allí era párroco el Padre Juan Pablo Jasminoy, quien desde los inicios fue el promotor y gestor de estos encuentros, y amigo común de todos nosotros. Y nuevamente constaté que Don René se proponía sacudir al auditorio a fin de hacernos tomar conciencia de la seriedad del tema. Sus aportes tendrían mucho de recuerdo testimonial, a la vez que serían un alegato a favor de cambios profundos respecto al compromiso con nuestro pueblo. Pude constatar así la verdad, luego frecuentemente repetida por los medios, de que más allá de la figura de un eminente cirujano y científico, estaba una persona de una enorme sensibilidad y estatura humana. Y que si se interesaba porque el corazón humano latiera bien, más le preocupaba el para qué latía en cada uno de nosotros.

A partir de aquella ocasión, volví a encontrarme varias veces más en forma personal con él. La última fue con ocasión de su último cumpleaños. Vino a celebrarlo en nuestro Monasterio de Los Toldos, acompañado de su novia Diana. Pasaron un par de días con nosotros y aún recuerdo el momento de nuestra despedida. Trasparentaba a cada momento su corazón apasionado, tanto en el cariño, como en sus responsabilidades para con la obra de su vida que era la Fundación. Le dolía ver que peligraban sus sueños. En el espectáculo del Luna Park había dicho con profundo convencimiento que si no lograba vivir sus sueños, prefería no vivir.

Había regresado a su patria, renunciando a un promisorio futuro en la Cleveland Clinic de Norteamérica. Y lo había hecho con la esperanza de aportar entre nosotros no solo la ciencia de la más alta calidad en cardiología, sino unos principios que deseaba ardientemente ver instaurados en nuestro país. Diría que le dolía su patria. Y porque la amaba apasionadamente, como a todo lo que amaba, se mostraba extremoso en todo.

La decisión de detener su propio corazón nos dolió a todos. A muchísimos pudo incluso haberlos desilusionado. Personalmente prefiero respetar profundamente su memoria, sabiendo que el Dios de la Vida no dejará sin premio en su gloria a quien creía profundamente en El y amaba apasionadamente a la humanidad, y en especial a su patria.

Si tuviera que elegir una imagen para sintetizar su vida, elegiría ese tronco de caldén los fogones de la pampa que tienen simplemente la misión de llevar el fuego hasta la madrugada, por no renunciar al fuego que los quema.


Mamerto Menapace

En La Luz de Mi Tierra

Editora Patria Grande



8 comentarios:

  1. gracias... por darnos a conocer "la cocina" de los hechos que es donde normalmente se descubren los amores mas profundos

    donde quedan desnudos los deseos y las intensiones

    donde uno puede reflejar el alma en los otros.

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  2. ¡Que reconfortante su comentario querido P. Mamerto! Es verdad, cuesta creer que Dios en su infinita misericordia no le haya hecho algún hueco en su morada a alguien que dedicó toda su vida a curar a sus semejantes. Que misteriosas son las enfermedades mentales que llevan a tomar una decisión tan trágica.

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  3. Estimado Mamerto, gracias por estas palabras, acabo de ver un programa en el canal encuentro en recuerdo al Dr. Favaloro. Y ahora leo este escrito suyo. Nada es casual. Creo, y siento que debemos cada uno en lo nuestro, continuar con la tarea diaria del compromiso con los valores y el respeto por nosotros mismos y por los otros.
    afectuosamente

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  4. ES UN PLACER ESCUCHARLO Y HABLAR CON UD.ME GUSTARÌA TANTO QUE NUEVAMENTE VENGAN A CORDOBA CON EL SR LUIS LANDRISCINA, PORQUE NOS HACE MUCHA FALTA. DIOS LOS BENDIGA COMO CREO FIELMENTE QUE EL PADRE DEL CIELO NO DEJARÀ QUE EL ALMA DE SU HIJO RENÈ FAVALORO SEA OLVIDADO SUS ANGELES MANDARÀ EN SU AUXILIO . EN ESTA ARGENTINA EL
    PUÑADOS DE MAL PARIDOS EN EL GOBIERNO PUPULAN CADA VEZ MAS. TOLI

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  5. Doy gracias a Dios por haber encontrado este Blog (guiada por personas que son instrumentos). Admiro a Mamerto Menapace desde hace màs de 30 años. Sè que disfrutarè muchìsimo de leer todo esto. Me uno a los conceptos vertidos en esta entrada con respecto al Dr. Renè Favaloro, todo un ejemplo a seguir ... un hèroe no reconocido en toda su dimensiòn.

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  6. jorge lo mejor que pude haber leído sobre la vida del doctor rene favaloro gracias por todo lo que nos dejo en enseñanza de vida eternamente agradecido hasta sienpre

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  7. Hola donde se puede ver el video del Luna Park, yo estuve ahi y me gustaría verlo nuevamente!!

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  8. Distinguido Señor Menapace: hace años tuve el honor de comentar en la revista "Criterio" uno de sus libros. Algo del todo fuera de se-rie. Hoy me felicito de poder enviarle estas lineas y saludarlo muy afectuosamente.

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